Simba, una marca que destrozó su vida

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El bienestar animal implica muchas situaciones por las que debemos luchar para llegar a él, entre ellas, el maltrato animal. Por ello, en Mi Mascota y Yo, colaboramos con Hugo Pesquera, fundador de Escuela ProCan, que siempre busca apoyar en todo lo posible para que el bienestar animal sea una realidad y devolver a los animales todo lo que a lo largo de su vida le han dado.

El término “bienestar animal” existe cuando un animal se encuentra sano, cómodo, bien alimentado, en seguridad, puede expresar formas innatas de comportamiento y no padece sensaciones desagradables de dolor, miedo o desasosiego.

Por tanto, el maltrato animal no solo se manifiesta con el abandono, maltratos psicológicos o físicos, lesiones, heridas… sino que también se entiende el no darle una alimentación correcta o que no tenga las condiciones higiénico-sanitarias que cualquier animal requiere.

Por ello, en este artículo os contamos la historia de Simba, un perro maltratado que, gracias a la ayuda de la protectora y Hugo, están buscándole un hogar que le pueda proporcionar el bienestar que merece cualquier perro.


La historia de Simba

Simba apareció un día atado con una cuerda al cuello en la puerta de la protectora. Lo abandonaron allí con tan solo dos meses. Pero lo peor no fue el abandono, que ya es cruel, Simba llegó con las orejas recién cortadas y aún sangrando.

Le habían amputado las orejas de manera violenta. 

Simba llegó marcado y con mucho miedo, desconfiado como no podía ser de otra manera después de lo que había vivido. Pese a todo, Simba como prácticamente el 100% de los casos, carecen de rencor y, como no, gracias al grandísimo trabajo de las personas de la protectora de animales de Cáceres, Simba empezó a recobrar la confianza en el ser humano, con ganas de jugar y dar todo el cariño que tenía dentro.

Un perro que en sus siete años de vida no ha llegado a tener ni una oportunidad de vivir con una familia, y algo aún peor: en sus siete años de vida nadie llegó a preguntar ni interesarse por él. .

Simba pudo estar en una casa de acogida durante sus dos primeros años de vida, hasta que la voluntaria que le tenía tuvo que cambiar de casa y le resultó imposible continuar con él, por lo que  tuvo que volver a la protectora.

Simba no reaccionó bien al cambio. Vivía en un chenil y pese a los paseos que daban a diario como al resto de perros, verse allí habiendo vivido en una casa anteriormente le produjo una terrible situación de estrés, llegando incluso a hacerse heridas a sí mismo por la ansiedad que le generó el cambio.

La protectora reaccionó rápidamente para evitar males mayores y le llevó a una residencia canina donde vivía con más perros. Allí Simba no se encontraba solo y vivía en unos espacios mucho más amplios. Y allí, junto con la ayuda de terapeutas caninos, pudo volver a ser el gran perro que siempre fue y es.


Marcado de por vida

Simba ha sido un perro invisible, como muchos de los que encontramos en las protectoras de animales. Perros por los que nadie se interesa y que una y otra vez pasan por delante de ellos como si no existiesen.

Los perros de color negro, como Simba, tienen menos posibilidades de ser adoptados, pero si a esto le sumamos las lesiones de sus orejas, las posibilidades se redujeron infinitamente.

La imagen de Simba con sus orejas cortadas se suele relacionar con perros peligrosos, nada que ver con su carácter cariñoso, dulce y zalamero.

Esa herida fue algo que marcó sus primeros siete años de vida,quitándole la posibilidad de vivir con una familia como cualquier animal de compañía se merece.


La oportunidad de Simba

La vida siempre da otras oportunidades y a Simba su gran oportunidad le llegó cuando acabó en manos de Hugo en la Sección de Sálvame, en Telecinco, donde la gente pudo conocer al verdadero Simba: un perro sin marcas, sin orejas cortadas. Sólo un perro que busca un hogar y dar todo el cariño a la familia que lo adoptase.

Y como no iba a ser así, Simba aprovechó esa oportunidad y actualmente ya se encuentra feliz con su familia, dejando atrás su pasado y, como buen perro que es, dando todo su amor y cariño, viviendo y disfrutando del “aquí y  ahora”. 

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Actualizado a: diciembre de 2020

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