El vínculo entre un niño y su mascota gatuna no solo enriquece la vida de ambos, sino que transmite a los pequeños importantes lecciones de responsabilidad y empatía. Sin embargo, cuando incorporamos un gato a nuestra familia, es importante tomar medidas que garanticen la seguridad de todos y fortalezcan sus lazos desde el principio. Los siguientes consejos ayudarán a tus hijos a entablar una relación positiva con su nuevo animal de compañía.
Beneficios de tener gatos para los niños
Tener un gato es beneficioso para los más pequeños: varios estudios han demostrado que los niños con gatos tienen mejor autoestima, mayores aptitudes sociales y más habilidades para entablar relaciones. Aunque es básico que, antes de comprometerte a tener mascota, valores la situación de tu familia, en general, tener gatos tiene beneficios tanto para los niños como para los adultos.
Consejos para fortalecer la relación entre niños y gatos
Para empezar, cabe recordar que las interacciones entre un niño y su mascota siempre tienen que estar supervisadas por un adulto y que el tipo adecuado de interacción dependerá de la edad del niño o niña.
Una vez dicho esto, enseñar a los peques a cuidar de su gato y a jugar adecuadamente con él les ayudará a establecer un fuerte vínculo con su mascota. En este sentido, nunca deben usar los pies ni las manos como juguete; para eso existen postes especiales en los que pueden colgar los juguetes favoritos del minino (o bien atarlos a una vara mediante una cuerda).
Tu hijo o hija también debería encargarse de dar de comer al gato, lo que supone una experiencia muy positiva que le enseña el valor de la responsabilidad.
Cómo evitar problemas frecuentes en familias con gatos
Para evitar situaciones negativas, y que los peques puedan desarrollar miedo a los gatos, es bueno que tu hija o hijo aprenda los tipos de caricias que le gustan al minino (por ejemplo, frotarle las mejillas, rascarle el cuello o pasarle la mano por la espalda) y se acostumbre al lenguaje corporal del animal, para entender cuándo tiene que parar de tocarlo o jugar con él. Los gatos pueden excitarse o mostrarse agresivos si los tocan de una forma que no les gusta; pero, si tu gato se muestra agresivo sin motivo, deberías llevarlo al veterinario.
Por supuesto, también debes enseñarles a los niños a no ser demasiado ruidosos en presencia de vuestra mascota: los gatos son animales que siempre están alerta en busca de peligros y por lo general huyen enseguida del bullicio. Si tu gato se esconde a menudo y tarda mucho en volver a aparecer, tal vez sufra de ansiedad y pueda necesitar una valoración conductual. De ser posible, pues, prepara un rincón seguro para tu minino: por ejemplo, un sitio elevado donde pueda esconderse de los llantos y gritos de los niños, y estar tranquilo al tiempo que comparte su territorio.
Ten presente que los gatos pueden despegarse de sus familias humanas, sobre todo si los niños tienden a tratarlos como peluches sin respetar lo que les gusta y lo que no. Como guía para evitar enfadar al gato, podemos seguir estos pilares:
- Facilitar el acceso del gato a la comida y la bebida
- Prepararle un lugar donde esconderse y protegerse
- Darle tiempo para jugar y cazar
- Fomentar la comunicación positiva con las personas
- Respetar la importancia de los olores
Seguir este método permite al gato llevar una vida feliz con su familia humana. Eso sí, deberás observar los siguientes consejos:
- Córtale las uñas a tu gato frecuentemente: así evitarás arañazos accidentales.
- Sigue un calendario estricto de desparasitación interna del felino: consulta al veterinario sobre la frecuencia recomendada, sobre todo cuando hay bebés en casa.
- Aplícale a tu gato un antiparasitario externo que cubra todos los meses: recuerda que las pulgas pueden transmitir enfermedades zoonóticas (que se contagian de las mascotas a los humanos), además de que también pueden picar a las personas. Por ello, es muy importante que tu gato esté bien protegido.
- Mantén su arenero limpio: a medida que los peques de casa van creciendo, su curiosidad no tiene límites y son capaces de meterse en la boca cualquier cosa que encuentren.
Cómo enseñar a los niños a convivir con gatos
Es importante usar un lenguaje positivo con tu hija o hijo para ayudarle a crear lazos con el gato. Por ejemplo, decirle «Sé bueno con el gatito» es mucho más productivo que darle una orden negativa del tipo «¡No toques al gato!».
Cuando los niños son pequeños, podemos enseñarles a acercarse al gato de lado o a sentarse junto a él, y evitar aproximarse al animal de frente o por encima. También se les puede mostrar cómo acariciar a su mascota suavemente con la mano extendida. Si los niños son más grandes, se les puede enseñar que ciertos comportamientos del gato significan que tiene miedo o está de mal humor.
En cualquier caso, hay que predicar con el ejemplo: coge siempre al gato con suavidad y deja que se vaya cuando él quiera. De esta forma, los niños aprenderán a imitarte. Para reforzar esta idea, puedes hablarles sobre los sentimientos del minino mientras te ayudan a cuidarlo (así aprenderán el efecto que tienen sus actos en el bienestar del animal). Además, es fundamental alabar al niño o la niña cuando hace algo positivo que el gato disfruta, como «al gatito le encanta que lo cepilles así».
Otra cosa que hay que recordar, como ya hemos comentado, es que los niños se sienten más cercanos a la mascota si se les deja involucrarse en su cuidado. El tener un gato es una gran responsabilidad, pero también representa un estímulo para los pequeños, al enseñarles empatía, compasión, amistad y madurez.
Cómo presentar un bebé a un gato
Ahora bien, si ya tienes un gato y esperas un bebé o la llegada de un niño (por ejemplo, en caso de adopción o acogida temporal), no dejes los preparativos para el último día. Recuerda que los gatos son animales de costumbres, así que, si vas a cambiar su comedero o su arenero de sitio, hazlo mucho antes de la llegada del pequeño. Además, intenta anticiparte y, si hay alguna habitación a la que el gato no vaya a poder entrar en el futuro, procura cerrarla varias semanas antes de la llegada del niño.
Cuando finalmente llegue a casa, preséntalos de forma progresiva: empieza dejando que el gato huela la ropita del bebé y que conozca su cuna y sus cosas personales para que se familiarice con el olor. Después acércalo al bebé con cuidado y observa cómo reacciona. Si se asusta y se esconde, no lo obligues a verle, ten paciencia e inténtalo de nuevo cuando lo veas más relajado. Esto también vale para los niños más grandes.
Y nunca apartes al gato de tu vida: trata de dedicarle un poco de tu tiempo a tu animal todos los días. Si la llegada del niño significa que dejas de lado a tu minino, es posible que el animal lo asocie con algo negativo.
Tener gatos y niños en casa no solo es muy divertido, sino que hace que los pequeños sean más cuidadosos, pacientes y comprensivos. Esperamos que estos consejos te ayuden a lograr que tu gato tenga una vida armoniosa y feliz en compañía de tus hijos.